Según publico ayer Diario de Noticias de Álava:

El Deportivo Alavés tiene todavía un arduo trabajo en los despachos para rematar una plantilla incompleta, pero de forma paralela sigue quemando etapas en un proyecto crucial para su crecimiento como club que le permita recaudar más ingresos en el futuro. Buena parte de este objetivo pasa irremediablemente por que la reforma de ampliación de Mendizorroza, cuyos farragosos trámites burocráticos vivieron ayer un nuevo episodio, adquiera definitivamente velocidad de crucero. Hasta el próximo 19 de agosto está sometida a consulta pública la modificación estructural del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que permite a los ciudadanos vitorianos, organizaciones y asociaciones realizar cualquier tipo de aportación a este proceso. Todo ello se produce tras la resolución de la responsable del departamento de Territorio y Acción por el Clima, Ana Oregi, firmada el pasado 16 de julio.

Con este trámite ya en marcha, el Consistorio gasteiztarra estará en condiciones de modificar, una vez terminado el recorrido burocrático, la calificación del terreno donde se levanta Mendizorroza. El fin no es otro que lograr la correspondiente adecuación urbanística al calado de las obras a acometer y dar cabida también a los usos de explotación comercial del ambicioso proyecto de Josean Querejeta, con la creación de varias zonas de ocio. El objetivo del Alavés de ampliar su estadio hasta las 27.000 butacas y los planes barajados por la entidad chocaban con la legislación vigente en la institución municipal. Esta modificación va a precisar del equipo de gobierno (PNV-PSE) el acuerdo con algún otro grupo de la oposición para recabar la necesaria mayoría tanto en la comisión de Territorio como en la futura y definitiva votación del Pleno. No será un recorrido burocrático sencillo ya que este tipo de trámites acostumbran a prolongarse en el tiempo y rondar los doce meses de tramitación entre una y otra fase.

La filosofía que inspira esta modificación pivota sobre varios aspectos. Se hace necesaria una ampliación de la huella del estadio con un aprovechamiento optimizado de la ocupación. Dicha huella estaría determinada para satisfacer las necesidades de reforma, renovación y ampliación del estadio, así como permitir el uso y disfrute público en parte de su proyección.

Las dos esquinas actuales del estadio determinan una huella elipsoidal que deja un crecimiento mínimo en ambas zonas. La cubierta ondulada prevista tienen sus puntos más altos en los laterales norte y sur y los más bajos en los fondos, de modo que el edificio presentará su menor altura frente al Paseo Cervantes. “La inclinación del estadio respecto a este paseo, permitirá un “crecimiento mayor del cuerpo bajo en este lado para alojar superficie comercial”, detalla la documentación.

La relación del edificio con el contexto urbano se plantea resolviendo un cuerpo inferior que mantiene la escala con los edificios próximos y las copas de los árboles. Por encima de este, el crecimiento necesario de la grada y la nueva cubierta generan otro volumen con una “geometría más libre e icónica” que lo caracteriza como estadio y debe convertirse en “una nueva seña de identidad de la ciudad”. A nivel de calle el volumen se retranqueará y abrirá para formalizar los diferentes accesos y generar soportales que, en el caso del Paseo de Cervantes, permitirá ampliar la acera. Respecto a esa fachada que definirá la imagen del estadio, se plantea una “solución ligera y eficiente a base de paneles de aluminio que ofrezca respuesta a situaciones de ventilación e iluminación para diversos espacios.